
En la Quinta de los Molinos, los visitantes pueden deleitarse con el esplendor de la floración de aproximadamente 1.900 almendros que adornan el parque. Este fenómeno natural, que se repite anualmente, señala la llegada de la primavera y atrae a numerosos madrileños y turistas que buscan disfrutar de un paisaje sereno mientras recorren sus senderos.
Durante el año 2024, el Ayuntamiento de Madrid llevó a cabo la plantación de 56 nuevos almendros en la Quinta, con el objetivo de preservar y revitalizar su emblemático almendral. Esta iniciativa permitió reponer ejemplares jóvenes que no lograron establecerse en campañas anteriores y reemplazar algunos árboles de avanzada edad que, tras completar su ciclo vital, dejaron espacios vacíos en el paisaje.
Variedades de almendros en la Quinta
En la actualidad, la Quinta de los Molinos alberga un total de 1.895 almendros, formando un ecosistema singular dentro del parque. La variedad más predominante es la marcona, reconocida por la calidad de sus almendras y su abundante floración, con un total de 1.277 ejemplares.
La segunda variedad más numerosa es la desmayo largueta, que cuenta con 396 árboles y es conocida por sus almendras alargadas y su floración temprana. Además, el parque incluye 226 almendros de otras variedades, dispersos por toda su extensión, lo que enriquece la biodiversidad y aporta matices diferenciados al paisaje.
Un ecosistema en floración
La combinación de diversas especies no solo contribuye a la diversidad paisajística, sino que también desempeña un papel fundamental en el proceso de polinización. La presencia de diferentes tipos de almendros favorece este proceso natural, aumentando la fertilidad y asegurando una floración más prolongada. Gracias a esta variedad, la Quinta de los Molinos ofrece, durante varias semanas, un espectáculo floral de extraordinaria belleza, donde las tonalidades blancas y rosadas de los almendros en flor cubren el parque, atrayendo a visitantes y amantes de la naturaleza.
El período de floración en la Quinta varía cada año según las condiciones climáticas. Generalmente, los almendros comienzan a florecer entre mediados y finales de febrero, alcanzando su máximo esplendor a principios o mediados de marzo. Sin embargo, factores como la temperatura y las precipitaciones pueden adelantar o retrasar este proceso, haciendo que cada temporada de floración sea única e impredecible.
Un espacio de historia y naturaleza
La Quinta de los Molinos es uno de los rincones más singulares de la ciudad, donde la naturaleza, la historia y la arquitectura se entrelazan para ofrecer un espacio único. Las 21,26 hectáreas cedidas al Ayuntamiento de Madrid por los propietarios conservan la esencia de una antigua finca de recreo y experimentación agrícola, legando a la ciudad un paisaje de contrastes donde conviven almendros en flor, construcciones históricas y frondosas áreas arboladas.
En el corazón del parque se encuentra el Palacete de la Quinta, una construcción que sigue los principios del movimiento de la secesión vienesa, parte del modernismo, que en su día fue la residencia de su propietario. Aunque no está abierto al público, su presencia evoca el pasado señorial de la finca. Muy cerca se levanta la Casa del Reloj, otro edificio de gran interés arquitectónico que debe su nombre al antiguo reloj que marcaba las horas en la propiedad.
El agua ha jugado un papel fundamental en la vida de la Quinta, como lo demuestra su sistema de riego, compuesto por pozos, molinos y canales. El estanque, construido en la vaguada del arroyo de Trancos, originalmente abastecía los cultivos y constituye un rincón natural donde diversas especies de aves y anfibios han encontrado refugio. También se conserva el puente sobre el arroyo de Trancos, un pequeño pero pintoresco vestigio de la ingeniería hidráulica de la finca.
En su recorrido, la Quinta ofrece diversas experiencias paisajísticas. Los caminos románticos, diseñados con suaves curvas y rodeados de vegetación frondosa, invitan a un paseo donde la naturaleza es la protagonista. Por otro lado, los jardines geométricos, situados cerca del palacete, presentan un diseño más ordenado, con senderos alineados y setos recortados, reflejando la influencia de los jardines clásicos europeos.
El parque también mantiene su vocación agrícola a través de sus huertas y cultivos tradicionales, donde, además de los almendros, se pueden encontrar olivos, higueras y avellanos. Esta zona recuerda la antigua función productiva de la finca y su contribución al desarrollo agrario en la capital. En la parte norte del parque se extiende un bosque mediterráneo donde pinos, encinas y arbustos autóctonos crean un ambiente fresco y sombreado, ideal para la observación de aves como mirlos, petirrojos o verdecillos.
En los últimos años, la Quinta de los Molinos ha incorporado una faceta cultural con la creación del Espacio Abierto Quinta de los Molinos, un centro dedicado a la creatividad y el ocio familiar. Situado en una zona rehabilitada del parque, ofrece actividades como talleres y experiencias de juego para los más pequeños, fomentando la conexión entre arte, infancia y naturaleza.
Este conjunto de elementos convierte a la Quinta de los Molinos en un lugar único donde la historia se fusiona con la biodiversidad en un entorno que invita al paseo y al disfrute. Cada rincón del parque guarda un fragmento de su pasado y ofrece una experiencia diferente, convirtiéndolo en un destino imprescindible en cualquier época del año. El parque está abierto todos los días del año, de 6:30 h a 22:00 h, y la mayor parte de sus recorridos son accesibles para personas con movilidad reducida.
