
El Palacio de Santa Cruz, un edificio emblemático ubicado en el corazón de Madrid, no solo es uno de los ejemplos más notables de la arquitectura madrileña de los Austrias, sino también una edificación cargada de historia. Hoy en día, es una de las sedes del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España. Su historia, que se remonta al siglo XVII, está íntimamente ligada con los cambios políticos y sociales de la ciudad y el país, habiendo sido testigo de algunos de los momentos más importantes en la historia de España.
Orígenes del Palacio: La Cárcel de Corte
Antes de la construcción del Palacio de Santa Cruz, el lugar donde hoy se erige fue ocupado por la Cárcel de la Villa de Madrid, una edificación que data de 1543. Sin embargo, esta primera cárcel fue derribada en 1621 para dar paso a un proyecto mucho más ambicioso, encomendado por el rey Felipe IV.
El propósito inicial de la nueva edificación no era exclusivamente palaciego, sino que fue concebida para albergar la Sala de Alcaldes de Casa y Corte y la Cárcel de Corte, instituciones clave en la administración de la justicia y el orden público en el Madrid del siglo XVII. Las obras comenzaron en 1629 y concluyeron en la década de 1640. La ceremonia de colocación de la primera piedra tuvo lugar el 14 de septiembre de 1629, y aunque existen varias versiones sobre quién presidió la ceremonia, algunos relatos afirman que fue el propio Felipe IV, mientras que otras fuentes mencionan al cardenal obispo de Málaga, Gabriel Trejo Paniagua, quien también era presidente del Consejo de Castilla.
Juan Gómez de Mora: El Arquitecto Detrás del Diseño
El diseño del Palacio de Santa Cruz ha sido atribuido, en gran medida, al arquitecto Juan Gómez de Mora, aunque no sin cierta controversia. Durante mucho tiempo se pensó que el responsable del proyecto era Juan Bautista Crescenci, pero investigaciones más recientes, lideradas por la catedrática de Historia del Arte Virginia Tovar, han establecido con mayor seguridad que fue Gómez de Mora quien diseñó el edificio. Este arquitecto, muy influenciado por el estilo herreriano, supo plasmar la solemnidad y la solidez del poder judicial y la monarquía en la estructura del edificio.
El proyecto de Gómez de Mora contó también con la participación de otros arquitectos a lo largo de los años. Entre ellos se destacan Alonso Carbonel, quien trabajó como aparejador entre 1629 y 1636, y otros arquitectos como José de Villarreal, Bartolomé Hurtado García y José del Olmo, quienes finalizaron las obras.
Del Siglo XVII al Siglo XVIII: Transformaciones del Palacio
El edificio mantuvo su doble función como cárcel y sede de la justicia hasta 1767, cuando la cárcel fue trasladada a un edificio adyacente. A partir de ese momento, la edificación pasó a llamarse oficialmente Palacio de Santa Cruz, en honor a su cercanía con la antigua parroquia de la Santa Cruz, que fue derribada en 1869.
A finales del siglo XVIII, el palacio sufrió una importante transformación. En 1791, un devastador incendio destruyó la planta superior del edificio, junto con los archivos históricos y judiciales que albergaba. La reconstrucción fue encomendada a Juan de Villanueva, el arquitecto mayor del Reino y uno de los más importantes de su época. Villanueva se encargó de restaurar la planta destruida y la fachada del edificio, dándole una nueva configuración que respetaba el diseño original, pero con algunas modificaciones propias de la arquitectura neoclásica.
En 1793, una vez finalizadas las obras de reconstrucción, el edificio se convirtió en el Palacio de Justicia, donde se ubicaron la Audiencia y los Juzgados de Madrid, consolidando así su función como centro de la justicia madrileña.
El Palacio en el Siglo XIX: El Ministerio de Ultramar
Durante el siglo XIX, el Palacio de Santa Cruz siguió siendo un edificio de gran importancia política y judicial. Entre 1885 y 1898, el edificio fue ocupado por el Ministerio de Ultramar, institución responsable de la administración de las colonias españolas, especialmente en un momento en que España estaba perdiendo sus últimas posesiones en América y Asia. Durante esta época, los dos patios del edificio recibieron los nombres de Patio de Colón y Patio de Elcano, en honor a dos de los navegantes más importantes en la historia colonial de España: Cristóbal Colón y Juan Sebastián Elcano.
La Restauración del Siglo XX y su Función Actual
El siglo XX trajo nuevos cambios al Palacio de Santa Cruz. En 1930, el arquitecto Pedro Muguruza llevó a cabo una serie de reformas en el edificio, modernizando algunos aspectos de su estructura sin alterar su esencia histórica. Sin embargo, durante la Guerra Civil Española (1936-1939), el palacio sufrió graves daños. Muguruza fue nuevamente llamado para restaurar el edificio en 1941, lo que permitió recuperar su esplendor y adaptarlo a sus nuevas funciones.
Desde 1939, el Palacio de Santa Cruz ha sido la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, función que mantiene hasta el día de hoy. A lo largo de los años, el edificio ha seguido siendo objeto de ampliaciones y renovaciones. En 1950, Muguruza llevó a cabo una ampliación del edificio, dándole mayor capacidad y adaptándolo a las necesidades del ministerio.
Finalmente, en 1996, el Palacio de Santa Cruz fue declarado Bien de Interés Cultural, un reconocimiento que asegura la protección y conservación de este importante monumento histórico.
Características Arquitectónicas del Palacio
El Palacio de Santa Cruz es un magnífico ejemplo de la arquitectura palaciega madrileña del siglo XVII, con claras influencias del estilo herreriano, caracterizado por su austeridad y monumentalidad. De planta rectangular, el edificio cuenta con torres angulares en las esquinas, coronadas por chapiteles, una característica muy común en la arquitectura de la corte española de la época.
En su interior, el palacio se organiza alrededor de dos patios simétricos, una disposición que recuerda al Hospital de Tavera en Toledo. Estos patios no solo cumplen una función estética, sino que también permiten la ventilación y la entrada de luz natural, aspectos fundamentales en la arquitectura del siglo XVII.
La fachada principal del palacio es uno de sus elementos más destacados. Está construida en ladrillo visto y granito, con un cuerpo central a modo de retablo pétreo, coronado por un frontón decorado con «aletones». En la parte superior, una estatua del arcángel San Miguel corona el edificio, una figura que ha dado lugar a la expresión popular madrileña «dormir bajo el ángel», en referencia a las personas que eran encarceladas en el antiguo palacio.
El Palacio de Santa Cruz es más que una edificación histórica; es un testimonio vivo de los cambios políticos y sociales que han tenido lugar en España a lo largo de los siglos. Desde su origen como cárcel y sede judicial en el siglo XVII, hasta su función actual como sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, el palacio ha sido testigo de algunos de los momentos más importantes en la historia del país. Su imponente arquitectura, combinada con su rica historia, lo convierte en uno de los edificios más emblemáticos del Madrid de los Austrias y en una pieza clave del patrimonio histórico español.