
El estadio Santiago Bernabéu, históricamente un símbolo del deporte y la cultura en Madrid, ha experimentado un giro inesperado en su función musical. Tras años con el cartel de “sold out” en grandes conciertos, la creciente presión y quejas de los vecinos del distrito de Chamartín han llevado a la suspensión indefinida de eventos musicales en este emblemático recinto. Esta medida ha obligado a que numerosos espectáculos de gran formato busquen nuevas ubicaciones en la capital, encontrando en el Estadio Riyadh Air Metropolitano —sede del Atlético de Madrid— un refugio donde continuar su programación.
Desde mediados de 2023, el Metropolitano ha escalado rápidamente como uno de los principales escenarios para la música en directo en Madrid. La cancelación de conciertos en el Bernabéu ha derivado en la reubicación de artistas como Dellafuente, Lola Índigo o Aitana a este estadio. Sin embargo, el traslado ha generado un nuevo foco de conflicto, esta vez entre los vecinos de los barrios próximos al Metropolitano, quienes denuncian el aumento exponencial de molestias derivadas de la actividad en el estadio.
La persistente problemática del ruido y la convivencia en San Blas
Los residentes de Las Musas y Las Rosas llevan más de ocho años denunciando las repercusiones negativas que genera la actividad deportiva y musical del Metropolitano. “Las protestas no empezaron ahora por los conciertos”, explica el portavoz de la Asociación de Vecinos de la zona en diálogo con este medio. Señala que, desde la apertura del estadio en 2017, la convivencia se ha visto alterada por la frecuencia de partidos, especialmente los de alto riesgo, y por el volumen creciente de eventos musicales. La capacidad del recinto, más de 68.000 espectadores, contrasta con el anterior estadio La Peineta, que acogía apenas a unas 20.000 personas.
Las quejas abarcan no solo el ruido, sino también la inseguridad y el colapso urbano generado en las inmediaciones del estadio durante los eventos. La saturación del aparcamiento obliga a muchos asistentes a estacionar en zonas residenciales, afectando la movilidad y el orden público. Además, la ausencia de infraestructuras adecuadas para gestionar el tráfico y los flujos peatonales durante estos actos ha incrementado la presión sobre el barrio.
Licencias y autorizaciones: un problema recurrente
Un punto crítico del conflicto reside en la naturaleza de las licencias que autorizan los conciertos en el Metropolitano. El estadio posee licencia para eventos deportivos, y la realización de conciertos requiere autorizaciones administrativas excepcionales para superar los límites legales de ruido. Sin embargo, según denuncian los vecinos, estas “excepciones” se han convertido en una práctica habitual durante los meses de verano, con múltiples eventos consecutivos que sobrepasan la periodicidad razonable para un uso excepcional.
Las mediciones acústicas realizadas por la plataforma vecinal, y que en ocasiones han tenido que costearse por cuenta propia ante la negativa del Ayuntamiento a instalar estaciones fijas, indican niveles de ruido que exceden los límites establecidos por la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica (OPCAT). Pese a ello, las autoridades municipales han afirmado que no se han registrado actas de infracción tras los conciertos, aunque documentos oficiales contradicen estas afirmaciones, evidenciando procedimientos sancionadores abiertos en 2023.
Diferencias urbanísticas y acústicas entre el Bernabéu y el Metropolitano
Aunque ambos estadios están ubicados en zonas residenciales, existen notables diferencias que agravan el impacto en el barrio de San Blas. La distancia media entre el Metropolitano y las viviendas más cercanas ronda los 400 metros, una distancia similar a la del Bernabéu, pero la configuración urbana es distinta. En San Blas, la ausencia de obstáculos físicos que amortigüen el sonido provoca que el ruido se filtre con claridad al interior de las casas al abrir ventanas, algo que no sucede con la misma intensidad en Chamartín.
Además, mientras el Bernabéu precedió a la urbanización de su entorno, el Metropolitano fue instalado en una zona ya consolidada residencialmente, lo que ha provocado un choque entre las actividades del estadio y las expectativas de tranquilidad de los vecinos. La estructura incompleta y abierta del Metropolitano también contribuye a la propagación acústica, amplificada por un diseño que no contempla un aislamiento acústico óptimo.
El futuro, una fuente de incertidumbre para los vecinos
Las preocupaciones de los residentes se proyectan hacia el futuro con la inminente construcción de la Ciudad Deportiva del Atlético de Madrid en los alrededores del estadio. Este proyecto contempla la creación de un complejo que incluirá un centro comercial, instalaciones deportivas, un campo de golf, y un auditorio para 30.000 personas, lo que supone la llegada de millones de visitantes anuales y un incremento potencialmente desbordante en el tráfico, el ruido y la actividad comercial.
Los vecinos advierten que la infraestructura del barrio y su capacidad para absorber esta presión son limitadas. Con calles estrechas y una red de transporte insuficiente para estos volúmenes, el impacto en la calidad de vida y la convivencia podría agravarse aún más.
Vías administrativas y judiciales para buscar soluciones
Hasta la fecha, la Asociación de Vecinos Las Musas — Las Rosas ha presentado alrededor de 30 quejas formales ante el Ayuntamiento de Madrid, reclamando medidas efectivas para mitigar las molestias. Sin embargo, al no observar cambios significativos, contemplan recurrir a la vía judicial, incluyendo acciones contencioso-administrativas o denuncias penales, como ya hicieron los vecinos del Bernabéu. Reclaman un aislamiento acústico adecuado, una mejor gestión de accesos y salidas, control estricto del aparcamiento y un límite real a la frecuencia y volumen de eventos musicales.
El portavoz vecinal recalca que no se trata de un conflicto ideológico ni contra ningún equipo deportivo, sino de una demanda legítima para recuperar la tranquilidad y calidad de vida que los residentes tenían antes de la llegada del Atlético a San Blas.
El caso del Estadio Metropolitano refleja un problema creciente en las grandes ciudades: la tensión entre la expansión de infraestructuras deportivas y culturales y el derecho de los vecinos a una convivencia pacífica y saludable. La gestión adecuada de estos recintos debe buscar un equilibrio que permita el desarrollo económico y cultural sin sacrificar la calidad de vida de los residentes.
El desafío para las autoridades municipales y los gestores de los estadios pasa por establecer un diálogo constructivo con las comunidades afectadas, implementar soluciones técnicas eficientes y respetar la normativa vigente para evitar que estas disputas escalen y afecten negativamente al entramado social urbano.
Mientras tanto, el futuro inmediato de la música en directo en Madrid dependerá en buena medida de cómo se resuelvan estas tensiones, y del compromiso de todos los actores para encontrar un modelo sostenible que beneficie tanto a artistas y espectadores como a los ciudadanos que viven junto a estos grandes coliseos.